Imagínate que eres un churrero. ¿Lo tienes en mente? Pues muy bien, ahora construye tu vida alrededor de esto: tus padres y tus abuelos sabían que seguirías los pasos que habían llevado a tus antepasados a tan noble posición y heredarías esa preciosa churrería familiar céntrica, situada en una esquina, frente a un parque lleno de boñigas de perro.
Pero entonces… ¡CONFLICTO! Con ya sesenta tacos y a punto de legar la piedra angular que ha constituido tu existencia terrestre a tus hijos descubres que no ansiabas ser churrero, sino una estrella del rock. ¿A estos años, y con el lumbago a punto de matarte, que vas a hacer, si no pagar a un par de cientificuchos para que se metan dentro de tu cabeza y manipulen tus recuerdos, a fin de que creas haber cumplido tu sueño, y así irte al otro barrio feliz y realizado? Pues bien, esta es la premisa del juego que hoy nos ocupa, “To The Moon”.
Desarrollado por Kan R. Gao, un
canadiense que ejerce de compositor, escritor y diseñador del juego, “To
The Moon” es una
historia interactiva (con algunos toques de rol y aventuras) desarrollada con
el RPG Maker XP, un software que sirve para crear J-RPGs, como su propio nombre
indica, y fue producido por el estudio Freebird
Games que está liderado…
sí, por el bueno de Kan. Así que lo que nos atañe aquí hoy es un “juego de
autor”, con el que tienes la certeza de que amarás u odiarás.
Con una historia y planteamiento así
de originales se nos presenta el juego que, sin embargo, no presenta mucho más
alicientes que ese: su guión. Pero es que este es tan endiabladamente bueno,
tan emocionalmente diverso (desde la depresión más severa hasta algunos de los
momentos más cómicos que recuerdo haber visto en un videojuego de éstas
características) y, en líneas generales, tan asombroso y mágico, que es
irresisistible aceptar la propuesta que nos brinda el juego. Como ya he
comentado, el argumento es el pilar que sostiene el videojuego, y es que lo
tiene todo: unos diálogos memorables (que son muy naturales, y están repletos
de genialidad y referencias al mundo nerd de lo más variopintas), unos
personajes para el recuerdo y un contenido sentimental que, he de admitir, me
ha arrancado más de una lagrimilla, por lo íntima y personal que llega a ser la
historia, cuajando en el jugador de una forma excelsa según el juego avanza.
Por otra parte, cabe comentar otras
de sus virtudes: una banda sonora excelente, que aunque me gustó y me pareció
muy acertada en ocasiones, no me parece tan magnánima como la gente dice, y un
apartado artístico encomiable, con un gran trabajo de escenarios, personajes e items llamativo, personal y bastante más profundo de lo que puede parecer a
simple vista en un juego de 16 bits.
Por suerte, no es así, ya que “To
The Moon” me pareció una
magnífica experiencia, rebosante de energía y emoción, que me enganchó desde el
primer minuto (con un brillante comienzo, por cierto) hasta el final que, como
ya he comentado, me sacó la rama sensiblera que habita dentro de mí. Así que,
en conclusión… “To The Moon” ha llegado a la Luna. Y probablemente, llegue más allá.
“Con paso orgulloso y decidido caminó por las escaleras, un escalón tras
otro, y posó su pie sobre el escenario. Encaró a la multitud, al público
que, vitoreando, aullaba su nombre,
alzando los puños al cielo. Agarró la guitarra y tocó los primeros acordes de
su canción estrella, mientras los presentes le aplaudían. Una lágrima recorrió
su rostro. Lo había logrado. Ya no moriría como un vulgar churrero.”
Nota final: 9.
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