Ver en los anuncios de juguetes aquel secador y aquellos rulos era transportarme al paraíso, porque como a toda niña lo de lavar y peinar muñecas es algo que se lleva en el ADN.
Me manejaba bastante bien con la tijera, al menos eso me parecía a mí, y mis decenas de muñecas son testigo de ello, raro era la que acababa el año con el pelo intacto.
Bien, unos cuantos años después aquí estoy, con mis rulos, y mis tijeras aprendiendo a rizar rizos, a cortar melenas, teñir, peinar, cardar, marcar y lo que haga falta.
Porque nunca es tarde, al menos eso me parece a mí, aunque si es verdad que a estas alturas debo ser una alumna excelente, aprender rápido y practicar mucho porque no me puedo permitir el lujo de perder un tiempo precioso que empieza a ponerse a la contra.
Hay quien, cuando digo que empiezo ahora a estudiar peluquería se asusta, porque piensan que se me ha pasado el arroz. Puede ser, pero si no lo intento nunca lo sabré, y en cualquier caso el saber no ocupa lugar ¿no os parece?
En casa somos dos en el empeño de dedicarnos a esto del pelo, y el sueño es poder tener un pequeño Salón de peluquería en el futuro, y como soñar es gratis y a mi me gustan los retos no pienso rendirme.
Ahora lo urgente es poder guardar las docenas de rulos, bigudies, cepillos y peines que me han dado en la Academia de la forma más ordenada posible y para eso me estoy haciendo unos cuantos neceseres reciclando un viejo pantalón con estampado tigre blanco que no pienso usar y una falda de polipiel roja que me quedó estrecha, cerrandolos con velcro.
Ya estoy preparada para la batalla de rulos, solo tenéis que sentaros en el tocador que la laca la pongo yo. Nadie puede parar mi ritmo.
Fotosy video de Google, YouTube y El rincón de los trastos.
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