miércoles, 23 de noviembre de 2016

Navidad en Noviembre


Ya es Navidad, puede que en tu casa o en la mía aún falte más de un mes pero en los comercios, bazares y tiendas de juguetes ya están preparados para el  próximo evento comercial, que es uno de los más importantes del año.
De hecho desde octubre ya se podían ver luces y decoraciones en las tiendas de chinos y te podías comprar una máscara de vampiro y unos esqueletos para Halloween a la vez que unos renos y árboles luminosos, así de paso te llevabas todo el pack completo en un solo viaje.

 Además hace unos días se emitió  el tradicional  anuncio de lotería de Navidad, que cada años os comento, porque yo también soy muy de tradiciones. Aquí os lo dejo por si no lo habéis visto.



Tres años seguidos llevan haciéndonos llorar los publicistas de la agencia de Leo Burnett. No escatiman en cleenex, y en un primer visionado lloras a mares cuando ves a la señora  mayor, pobrecita, que no sabe ni en que día vive que  se piensa que le ha tocado el gordo y se monta un sarao en el pueblo por no quitarle la ilusión.
 
Cuando consigues sacar todas la lágrimas que llevas acumuladas desde que viste la ultima peli de llorar,  te suenas bien los mocos y te recompones, viene el segundo visionado menos emocional, este es el analítico.
 La señora le está preparando el desayuno al nini de su nieto mientras él chatea sin hacerle ni puñetero caso ni a la abuela ni a la caja tonta que está puesta sin que nadie la mire, como es habitual. En la tele salen unos niños cantando el gordo y ya la hemos liado, la abuela sale de estampida al bar a celebrarlo, sin enterarse que era una noticia del telediario con imágenes de archivo. 

Y ahí empieza la bola a rodar, en la calle abraza a las vecinas y aparece el hijo con cara de venir de la oficina del paro. Todo el mundo se da cuenta que a la yaya se le ha ido la pinza, en el bar descorchan botellas y la gente sale a la calle, a la peluquería, aparece el lotero que lleva una camiseta pintada con rotring , le ponen  unos reporteros de pega y hasta la Guardia Civil es cómplice del engaño y se van todos a celebrarlo al faro.

 Por el camino unos pescadores dejan de faenar y se vuelven al puerto a medio pescar para hacerle la gracieta a la abuela, la felicitan por megafonía y en la fábrica del pueblo todo el mundo hace parón para sumarse a la juerga y se van al faro a comer donde rulan bandejas de comida por doquier, cuando el hijo le iba a decir que era todo una trola que habían montado para que estuviera contenta, la abuela le da el boleto a él para que salga de pobre, y ahí es cuando todos los que miramos el anuncio que ya llevábamos gimoteando los casi cinco minutos del anuncio estallamos en berrinche emocionado y llorón.

Y yo me pregunto ¿Quién paga todo eso: la comida, los jornales de la gente que deja el trabajo, las bebidas, los sueldos de los funcionarios y la gasolina?

Visto así después de tanto llorar lo que el anuncio me produce es cabreo, pobre mujer, que se ha despistado, y todo el mundo le acaba dando la razón como a los tontos. Si de verdad la amaran le dirían la verdad antes de que hiciera el ridículo por todo el pueblo y que los que tanto la quieren se rieran a su costa. "Pobrecita, está senil", es lo que acabaran pensando todos.

Es como cuando tienes un trozo de lechuga entre los dientes, que tu hablas y sonríes tan feliz sin ser consciente de que tienes un cacho de huerto sobresaliendo entre los piños. ¿Te imaginas que nadie te quisiera lo suficiente para decirte, "Oye, quitate eso."? Y tu con tu inconsciencia vas paseando el pedazo de lechuga toda la tarde a ver si cría y te ahorras la cena.

Otro ejemplo que se me ocurre aunque sea un poco guarrete, ¿Os imaginais que la abuela en lugar de un billete de loteria llevase un moco pegado en los pelillos de la nariz? No habría un alma caritativa en todo el pueblo que le dijese "Límpiese, que tiene algo en la nariz" en lugar de dejarla pasear  el moco por medio pueblo?

A mí el anuncio me recuerda un poco a Big Fish, por eso de que de algo simple como es una media noticia en la tele  se acaba montando una historia rocambolesca, que sí que es bonita, pero no deja de ser una manera de evitar reconocer la realidad, que no es tan bonita como nos gustaría.

Yo no sé, pero desde que no está el Calvo para mí la lotería ha perdido la gracia.


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