La mesa de trabajo que tenía siempre estaba llena a rebosar y me resultaba muy difícil trabajar en condiciones. Así que hace unas semanas decidí quitar la mesa de trabajo que tenía y fabricarme otra. Lo mejor era cambiar la ubicación para tener más espacio así que me puse a diseñar qué tipo de mesa me haría mejor servicio. Quería algo sencillo y práctico, que no me ocupara demasiado espacio y que consiguiese salvar un obstáculo que me hace la vida bastante imposible: el radiador.
Debía ser una mesa no muy ancha para que me permitiera abrir el balcón que tengo al lado y un poco larga, de esta manera podría tener una superficie en la que pudiera tener el ordenador y me dejara bastante espacio para trabajar. También debía de ser alta para poder encajar un cajonera de plástico de la que no puedo prescindir porque guardo muchas herramientas de peluquería, de costura y de manualidades ,y además debía de poder encajar el maldito radiador, que me obliga a separar diez o doce centímetros cualquier mesa de medida estándar y en un cuarto tan pequeño es un espacio que no me puedo permitir perder. El diseño resultante cumplía todos estos requisitos. Una mesa de 50 cm de ancho x 140 cm de largo x 85 cm de alto. Resulta un poco estrecha pero para la ubicación que quería era la medida que debía poner, ni más ni menos.
Con la idea del diseño en mente fui a Leroy Merlín a ver que materiales encontraba para hacerla. Otro requisito indispensable es que resultara muy barata, mi idea era comprar listones gruesos de madera y hacer el armazón de las patas y una tabla de contrachapado para el sobre. Mirando los precios de los materiales encontré un pack de listones de oferta. No eran tan gruesos como yo quería pero me podían servir, y la tabla de contrachapado me salía más cara que una tabla de madera de abeto sin barnizar, que es igual de resistente y si te gustan las maderas rústicas quedan muy bonitas, compré también unos tornillos para madera y el total de la compra era de 32 euros, más que razonable. En casa tenía pinturas y barnices por lo que me ahorré comprar nada más.
El sobre de la mesa decidí teñirlo en blanco en lugar de pintarlo, de esta manera la mesa queda blanca y se aprecian todas las vetas de la madera. el resultado es precioso.
No apliqué tapa-poros porque quería que la madera absorbiera el tinte. Para teñir la madera usé un poco de pintura blanca de pared con un poco de agua, cuanta más agua le pongas menos intenso es el teñido, la proporción era de tres partes de pintura por una de agua aproximadamente
Con un paño de algodón o lana se aplica el tinte siguiendo la veta de la madera sin empapar en exceso y siempre en la misma dirección. si quieres que blanquee más le puedes dar una segunda mano un poco más aguada. y después dos o tres capas de barniz incoloro satinado o brillante. Sin olvidarse de que entre cada mano de barniz hay que dar un buen lijado con la lana de acero, trazando círculos y en dirección a la veta, y después una buena limpieza. Después del último lijado le di una buena capa de cera de abeja para darle un buen acabado, suavidad y protección.
Estoy muy contenta con el resultado final, la mesa me resulta muy práctica y como es alta puedo trabajar de pie, lo cual agradezco porque si paso demasiado tiempo sentada me duele la espalda. Quizás no sea perfecta pero a mí me parece muy bonita. Como la silla me queda un poco baja he comprado en Ikea un taburete y que en unos días tapizaré para hacerlo más cómodo, y me ha costado solo 15€.
Espero que os guste mi nueva mesa y que os animéis con el bricolaje, que no es tan difícil.